Fotos

lunes, 23 de marzo de 2009

Un pino prolífico










¡Ay, Dios mío! Cuanto más viejo mas grillado. Eso me pasa por cumplir años.
Bueno, pues resulta que hace cosa de unos nueve meses, un vecino que pasó por el almacén donde trabajo con las algas llevaba en la mano el ápice de una rama de pino en el cual había una aglomeración de piñas nunca vista por mí y me preguntó si sería capaz de contar cuántas habría sin usar nada más que las manos, es decir no podría pintar con tiza u otro tizne cualquiera las piñas. Las tendría que contar usando las dos manos y la vista.

Al principio me pareció que no sería tan difícil, total entre las dos manos tengo diez dedos, más las piñas que podría ir fijando con una referencia en el suelo u otro armatoste que hallara en el almacén, no me pareció difícil, no.

Pronto salí de dudas, los dedos no me llegaban para ir marcando las piñas que contaba y, con la vista me perdía, pues las piñas eran idénticas unas a otras. Empecé a maldecir por lo bajín. El paisano me miraba divertido. Lo intenté unas seis veces y todas las cuentas me daban diferente: una vez 28, otra 32, otra 30... ¡Mira que soy limitado! me decía entre dientes, y encima con un espectador que se está regodeando sin ocultarlo. Después de media hora intentándolo me rendí y le pregunté si él sabía exactamente cuántas había; me contestó que no, que la cosa habría sido facil si se marcaba cada piña, pero que entonces perdía gracia. Me regaló el ápice y me dijo donde se encontraba el pino al cual le había sacado el "parto múltiple" aquel no sin decirme antes que todos los años las pone así, en rosetones. O sea que el pino era un viejo conocido del paisano, y desde ese momento pasó a serlo mío.

Fui a contemplar el jodido pino y me quedé un tanto perplejo: crecía justo al borde de un arroyo en el que durante todo el año hay agua, como muchísimos más que conozco. No medía más de 7 ó 8 metros de altura y no se distinguía a primera vista para nada de otro pino cualquiera, excepto si se le miraba para los ápices de las ramas. Todas tenían un balón de piñas en el ápice de cada rama. Me dije .- "Es curioso, me gustaría fotografiarlo bien" Pero todo tiene sus limitaciones y una cámara compactita como la mía... de zoom, sólo 3 aumentos. O sea, lo que veía a simple vista. Me juramenté para cuando llegara la época hacer lo posible para sacar imagenes de las ramas esas.

Se nota que el pinito de marras, que al mismo tiempo está situado justo a un sendero, tiene sus conocidos y allá por noviembre sólo le quedaban tres o cuatro ápices de ramas, las demás aparecían quebradas y desaparecidas. Me sentí impotente y frustrado .- "¡Y ahora qué carajo voy a fotografiar y dejar de testimonio!". La cosa estaría igual de complicada aunque tuviera las aglomeraciones que le había visto, pues la cámara era más vieja pero seguía con el mismo zoom.

Pasó el invierno y esta semana se me dio por ir a pasear con los perros por aquellos andurriales y me fijé en el puto pino: estaba floreciendo. Los conos masculinos a reventar de polen y, en lo más alto, los conos femeninos en rosetones. Tuve una alegría tremenda.-"Voy a poder fotografiar". Sí, iba a poder... ¡Y una leche! La cámara seguía siendo la misma y el zoom el mismo!

Me puse a hacer fotos como un loco, pero luego las miraba y no veía nada.- "Asús, que voy a tener que subirme al pino como si fuera un mico"; y ya no estoy para esos trotes. Me separé unos veinte pasos, me volví a mirar, me siento en el suelo, me levanto con la intención de marcharme y, me da un revés en la neurona que poseo (sólo tengo una) y me voy al pino, me abrazo a él y comienzo a trepar con el mismo estilo que cuando era niño. ¡Dios mío, sólo que ahora no soy niño! por lo menos de cuerpo; y arrastrar mis 100 kilos de humanidad por el pino arriba me costaba sudores, arañazos y maldiciones de sacristán (las más graves).

Al llegar al ramaje me senté a ver si me aliviaba un poco y al mirar abajo veo a los perros sentados mirando con una cara de curiosidad que me hicieron aflorar el ridículo. En este caso ocupaban el puesto de los humanos mirando como alguien al que le faltan un montón de tornillos hacía equilibrios pino arriba. Vamos como si nosotros fuéramos al circo y estuviéramos contemplando como una cabra sube o baja una escalera.

Quiero subir hasta donde estan los rosetones de conos femeninos y ¡narices! la planta está demasiado tierna y lo más seguro es que se parta con mis 100 kgs y si me caigo lo mismo aplasto a un espectador; por cierto que parecieron adivinar mis temores y se apartaron a una distancia prudencial. ¡Perros, sí! ¡Para tonto bastaba yo! Estaba arriba y no iba a poder sacar fotos. ¡Como para echarse a mear y no soltar gota, oigan!

Antes de disponerme a bajar decidí sacar unas fotos a algunos rosetones de piñas del año pasado y hete aquí que veo un ápice de conos femeninos que está al alcance de la mano... si me estiro lo suficiente.

Ahí es nada. Hagan ustedes la prueba: una pierna en la horqueta de la rama, la otra pierna más separada en la misma rama, el brazo derecho agarrado al tronco del pino, la mano izquierda agarrando por el gañote al puñetero rosetón de pseudopiñas, respirando fuerte y temblando aún más fuerte. Todo temblando. La cámara en la mano del brazo con el que me agarro al tronco y estirando el gaznate para tratar de ver por la pantalla que más o menos esté dirigida. Me parezco al hombre de vitrubio, sólo que vestido. Saco cuatro fotos: no valen. Pongo la cámara en modo ráfaga y aprieto el disparador tantas veces que se me cansa el cuerpo todo. Suelto la puñetera rama y respiro. Con cada bocanada de aire trago un puñado de polen de pino que me hace toser. Al rato me sentí con algo de voluntad, que no de fuerzas, para bajar. Los perros no perdían detalle. Cuando llegué al suelo ya no quise mirar qué había salido ¡O si había salido algo aprovechable!

En fin... Juzguen ustedes y tengan en cuenta que me ha costado mis sudores y el cachondeo de mis perros. ¡Que Dios me perdone! En venganza no les dí de comer un día entero ¡Por perros!

¡Dios les bendiga!

viernes, 13 de marzo de 2009

Un junípero








Bueno, pues este junípero parece que está destinado a pasar las de Caín.
Hace unos ocho años lo vi en un vivero y al pronto me llamó la atención, pero como iba con otras ideas pues que me olvidé del plantujo este y retorné sin él. Pasaron no menos de unos cinco o seis meses y, por casualidad, volví por el mismo lugar y allá estaba aún, si bien es cierto que estaba como despreciado: aparcado detrás de una cancela junto a otros que parecian que no eran del agrado de los visitantes y la propietaria, por hacerse sitio, los desplazó a ese rincón.

Tampoco en esta ocasión no iba con afán de comprar planta alguna, no obstante le pregunté a la dueña por el precio y 7 euros no me pareció que fuera un precio excesivo, sin embargo se volvió a quedar en el sitio. En esos momentos tenía otras prioridades.

Y me olvidé totalmente del sujeto este. Pero hete aquí que al cabo de un año, cuando suelo pasar por esos lugares, finales de otoño-invierno, vuelvo por el lugar y el junípero seguía tras la cancela. Le pedí precio a la dueña y me dijo que 10 euros. Teniendo en cuenta el tiempo que había pasado seguramente se había revalorizado algo pero yo, como soy medio diablo, le dije que la última vez que le había preguntado me había dicho 7 € y que el matujo no tenía pinta de haber rentabilizado ni el agua que le habrían tirado. La dueña sabe de sobras que no la engaño si le digo que ella dijo; me conoce bastante bien (mejor que yo a ella), y como no puede recordar todo cuanto dice a la cantidad de gente que pasa por su casa a lo largo de un año no me discute, pero me dice con muy buenos argumentos.- "Si, pero se da la circunstancia de que yo soy la dueña y si digo que ahora cuesta 10 € ... pues que cuesta eso". Así que me la envaino y me callo, doy media vuelta y miro por otras cosas.

Vuelvo al cabo de una semana, por curiosear, por ver si trajo nuevo material y no, no había traído, mas esta vez es ella la que (tiene reciente la conversación acerca del matujo y se acuerda bien) la que saca a colación el junípero y pregunta .-"¿Te parece mucho 10€ por una planta formada?" Que va, señora, que no es esto; es que si una planta cuesta X, por la estancia en este lugar sin ninguna atención hacia ella no se revaloriza, por lo menos a mis ojos. La señora duda y me suelta .-"Bueno y si te llevas esta otra con ella no valen los diez euros las dos?" esto ya me pareció otro cantar. La otra planta es una cupressacea, una especie de ciprés llorón; sin un atractivo especial pero que, a mi juicio, se pudo vender en su día en unos 5 €, y entonces le tomé la palabra y cargué con las dos plantas.

Las dos se fueron a la parcelita diminuta, junto con las demás plantas, y allá estuvieron unos dos meses o tres, hasta que me decidí mirar qué posibilidades podría presentar el junípero. A mi vista de profano principiante en lo que toca a la práctica del bonsai no vi muchas, así que le hice un recorte de raíces (estaba saturado el cepellón) y lo volví a plantar con nuevo sustrato y así estuvo hasta este año en que me dediqué a hacerle perrerías. Primero lo enrafié con la intención de alambrar y llevar un tronco en cascada y elevar el otro con el fin de que hiciera de la "corona" de la cascada. Por cierto, enrafiar es latoso de narices. Como se me hizo noche pospuse el alambrado y, en casa trabajando sobre las fotos vi que era posibre conseguir algo parecido a lo que quería, de momento, sólo con trasplantarlo en otra posición. Tardé dos días en decidirme pero lo hice. No sé, quizás hubiera mejores opciones pero en ese momento es lo que me salió y así se va a quedar, si aguanta el trasplante, hasta el año que viene que lo pueda poner en una maceta adecuada, una maceta para bonsai en cascada.

A ver si por una vez hago algo bien.



¡Que Dios les bendiga!

lunes, 2 de marzo de 2009

Dos palmeras



A ver... Vivo en un lugar que es la repera. Es una aldehuela en la que vivimos 1.200 habitantes de derecho; de hecho no vivimos (esto es una estimación mía) 1.000, y eso si contamos perros y alguna gallina. Cuadrúpedos superiores como vacas, caballos, asnos... ya no hay; sí hay personas que emulan perfectamente a estos dignos animales y la cosa estaría bien si, en apariencia, no fueran personas.
Todo esto lo suelto porque hace unos días los responsables de la gestión del ayuntamiento al que tenemos la desgracia de pertenecer ha decidido que dos palmeras (Phoenix canariensis) de 48 años de edad sobraban sobre la faz de este agujero y, bajo el pretexto de que las palmas removían las tejas de la casa de un vecino cuando pasa algún huracán (como si eso sucediera todos los días), les han pasado motosierra. Hasta ahora las palmeras también lo habían hecho pero los encargados del mantenimiento de "lo verde" les daban un recorte en el penacho de palmas cada 5 ó 6 años y listo. Parece que esto era mucho trabajo y han decidido darles "matarile". Y se los dieron. Con un par de coj...

Habida cuenta que en este mundo asqueroso no puedes cortar una ramita en tu propiedad de monte, árbol ribereño o lo que se tercie en el mundo vegetal sin que esté el Servicio de Protección de la Naturaleza o la Consellería de Medio Ambiente multándote, abiendo expedientes sancionadores y si abres un poco la boca a "chirona", resulta cuando menos chocante que aquí lo hayan hecho los servicios municipales.

Las dos plantas más viejas de toda esta parroquia se fueron a tomar por saco por un "que me remueves un poco dos tejas". 48 años de vida de dos plantas hermosas con cuyas ramas nos pinchamos dos generaciones se fueron "o carallo" por la gestión de unos delincuentes y delincuentas (que esta es otra) sin escrúpulos.
Pero bueno, dicen que cada pueblo tiene los gobernantes que merece. No tenía ni puñetera idea de que mereciéramos tanta porquería.

Habrá que
acostumbrarse.

¿Se me nota algo de cabreo?

Saludotes.