Pues esto, Hermanos míos, es que el pasado año de 2008 esta plantita (pinchuda como la MQLP) parecía que estaba de moda. Dondequiera que fuera: floristerías de aldea, de barrio en las ciudades, en viveros... hasta me fijé que algunos jardines lucían macizos del plantujo este. Las había de todos los precios y tamaños. ¡Vamos, como el N1H1 en versión Osmanthus). Ya estaba para salir de una tienda y, aprovechando que la "jefa" era la que pagaba, cogí "sin querer" una macetita con el plantujo de al lado y la puse ante las narices de la dependienta para que se lo cobrara. Como mi parienta tiene más vergüenza que yo, por no tirarme la maceta a la calva pagó, pero su rostro presagiaba temporal. Y así fue: una vez en el coche que parece ser que es mío, pero que es de ella, empezó a rezongar a medida que nos íbamos alejando. Pasó de rezongar a decirme cosas que sonrojarían las culatas de los pistones del motor. Mientras, yo, fiel a mí mismo, tarareaba "Unchained melody". Inexplicablemente, entre palabra y epíteto que me dedicaba tenía que respirar, por lo escuchaba lo que yo trataba de tararear (no se ni una palabrade inglés) y se puso roja como una col lombarda. Claro, yo seguí a lo
mío, cuando acabé me puse a destrozar "Monna lisa" de N. King Cole (en inglés también, claro).
Al llegar a casa ya se le había pasado todo y me echó de mala manera del coche (menos mal que ya le había pasado el enfado) y los plantujos que traíamos también corrieron mi misma suerte. Puse un hociquito como si fuera a silbar y en esto que veo que agarra al causante de su enfado y lo levantó a la altura de la cabeza. Me temo que si se me ocurre iniciar el silbido, seguro que me lo corta de un macetazo.
Agarré al "Prota" del enfado y me puse a mirar si habría valido la pena; agarré la Kiukiru y las tijeras y empecé a afeitarle las canillas. A primera vista y después de despojarle de las ramillas más bajas parecía no tener más que hojas pinchudas, bonitas, eso sí.
Fui separando las ramillas con tensores de madera, deshaciendo la espesura, abriéndole los brazos. A ver si tenia pechos que enseñar.
El asunto era buscar donde colocar los separadores, pero pronto dejé de preocuparme:
Separar las ramas más gruesas y eliminar todo lo demás. Claro que una cosa es decirlo y otra hacerlo sin desgraciar a la pinchuda.
Además, entre tanta hoja y ramificación tratar de ver qué rama pueda servir o no se me hacía un dilema.
Aquí, ya con dos tensores puestos, la miro desde arriba - como quien trata de mirar por el escote de una moza- (tiempos aquellos), sin sentir ningún rubor (desvergonzado que soy, oigan), pero aún no le encuentro sentido alguno.
Y mirándole de lado tampoco veo gran cosa. En principio separé tanto como me dejó la Sashi eda, la separé con mucho cuidado, hasta ver que empezaba a agrietarse de manera incipiente la corteza. ¡Parón!
Al colocar y estabilizar la 1ª rama, me dediqué a separar lo que parecía un cogollo de repollo, solo que con púas. Más tijera. Y aparece un principio de algo: de un adefesio.
Una visión de cerca (soy algo miope) me dio alguna esperanza: ya veía algo de leña.
Cortando y aclarando más. A ver si los kamis encontraban espacio para saltar de un sitio para otro. No fueran a vaciarse un ojo contra algún pincho.
Con unas ganas desaforadas sigo limpiando ramillas y hojas. ¡Asús! estoy seguro de que el plantujo ese me odiará para los restos.
Acá ya tenía, más o menos, una idea de lo que la plantuja pide (que la dejen en paz). Pero yo ni caso, la sigo desplumando.
Hasta que decido que ya está bien de hacerle putadas. Que el Osmanthus no tiene la culpa del cabreo de la "jefa".
Al no conocer para nada la especie esta (nunca habíamos sido presentados) mi temor era que no se le diera por vivir y palmara de un infarto de raíces o similar. Tampoco sabía si brotaría desde atrás. Para quedar escuchimizada, mejor ni tocarla, pero el que no experimenta, pues que no sale de dudas, y como la plantita esta se presentó voluntaria, aproveché la ocasión.
Pero sí que brotó, desde atrás, desde un lado, desde el otro, desde delante...
Estaba mona con esos brotecitos rojizos.
Pero me dio la venada y ¡Brotes fuera y pinzado!
Y así está a día de hoy, como parece que aguanta bastante, pues que le queda bastante que sufrir.
Que Dios les bendiga.
viernes, 27 de noviembre de 2009
sábado, 14 de noviembre de 2009
Paz y Caballito de mar
Bueno, pues esto es que una tarde de este recién pasado verano y, hallándome con necesidad de solazarme contemplando el atardecer en esta peste de aldea a la que tengo la desgracia de pertenecer. Mejor digamos que es el lugar donde establecí mis raíces y acá, si Dios no dispone otra cosa (que creo que no) la espicharé. A lo que iba:
Me senté en el pretil del paseo marítimo, solito, y me puse a contemplar el juego de luces del atardecer, saqué la compactita y tiré una instantánea y luego otra. Me puse a mirar la profusión de mújoles cuyas escamas ventrales resplandecían, en sus incansables giros, a los ya débiles rayos del sol.
Estaba en esas y otras meditaciones bastante más profundas (algo así como por qué mi suegra lucía barba y bigote como los cosacos del Volga), algo digno de mencionarse. Cuando de repente veo perturbaciones en la superficie del agua de la pequeña ensenada que forma el puerto de este villorrio, levanto la vista y veo algo nada común (por lo menos para mí y eso que cosas raras he visto la tira). Algo/alguien venía atravesando la ensenada dando gritos como ¡Izquierda! ¡Derecha! ¡Ten sentido! Como yo soy el único al que normalmente le dicen cosas por ese estilo me quedé sorprendido que una voz que no conocía osara darme órdenes en aquel lugar y en aquel tono. levanté la vista y he aquí que un hombre jinete en su caballo venía atravesando la cala.
Me froté los ojos, no fuera que absorto como estaba en las barbas mencionadas más arriba se me hubieran liado en la única neurona que poseo. Pero no, seguía allí aquella visión. Y como no se me desaparecía a pesar de que me restregaba los ojos, pues que decidí sacarle foros. No fuera a quedar por embustero ¡faltaría más.
Se acercó un paisano y le pregunté que qué se suponía que estaban haciendo caballo y caballero, el paisano me contestó que el tal individuo (el caballero) era una especie de "matasiete" de una localidad distante 15 Kms y que, cuando le daba la venada venía a la playa para hacerse un espectáculo privado del que estaba seguro que tenía muchos fans. ¡Y tanto! esta aldea está extructurada en escalones y a buen seguro que al oír sus órdenes, muchos aldeanos, como yo, saldríamos a ver "la cosa" esa. También me contó mi paisano que le habían preguntado al individuo que por qué lo hacía, a lo cual respondía que hacer esos ejercicios sobre arena y con el agua de mar hasta el vientre del animal le sentaba de maravilla para las extremidades y los cascos del caballo.
Pregunté si el caballo se hallaba enfermo y me contestaron que no, que era capricho del jinete/propietario. Obvio es decirlo: se me presentaron razones más poderosas que las barbas de mi suegra en las que meditar. Por supuesto que ignoro que si lo que afirmó mi vecino es cierto o no, por lo tanto no me voy a meter en esas tesituras, pero los ademanes del jinete, su vozarrón (como si el caballo estuviera sordo, joder! y los aspavientos eran propios (creo) de las personas que quieren llamar la atención. Por cierto, que a mí me la llamó y más cuando veía que el noble animal obedecía tanto a izquierda como a derecha cuando se lo ordenaba aquel energúmeno. No se, insisto, si eso es habitual, si lo es ¡menuda faena tienen los criadores de caballos de toda España! Lo cierto es que después de hacer las fotos, pocas, me marché sintiendo vergüenza ajena: No me parece muy ético eso de hacer que el animal hiciera todo aquello a golpe de vozarrón que hacían enrojecer las piedras del malecón.
Dios le perdone.
A Ustedes que Dios les bendiga.
sábado, 18 de abril de 2009
Ligustrum vulgare
Hola.
¡Jolines, menuda racha llevo! Entre lo vago que soy y entre que los elementos se han aliado contra mí no doy una. Quiere ser una disculpa pero me temo que no cuela: aunque los elementos no estuvieran en contra, seguro que no daría ni un golpe al agua. Snif... ¡Que quieren, vago que es uno!
Voy a ver si soy capaz de centrarme en el título que tengo el cerebro más disperso que un enjambre de abejas pecoreadoras. Pues eso, que tengo una vecina justo en frente, al otro lado de la calle, a la cual, entre otras, hace como unos 15 ó 20 años le regalé un esqueje de olivo ya enraizado. La señora es agradecida pero bastante tímida y suele arrancar ramas de unas thuyas que tiene en el huerto donde le planté el olivo. También tenía un aligustre bastante grande. A las thuyas las fue repelando hasta que no le alcanzaba la mano para seguir obteniendo los "verdes" con los que hacer ramos que lleva cada semana a la tumba de su difunto esposo, pero claro llegó un momento en que no alcanzó más ramas y en vez de cruzar la calle y decirme que le bajara unas cuantas ramas (lo haría encantado) se dedicó con sus escasas fuerzas, de señora ya algo más que mayor, a darle de golpes al aligustre para ir obteniendo más "verdes".
Le dio hachazos hasta en la muela del juicio y el pobre aligustre las ha pasado muy, pero muy putas. El asunto es que para algunos casos (por muy tímidos que seamos) siempre tenemos que recurrir a alguien para algo y hasta hace un año yo le hacía (al huerto) una pequeña limpieza de primavera. Este año no fue así porque vi que había llamado a un jornalero para que le hiciera el trabajo (la limpieza del huerto) pero no quiso que le tocara al olivo. Todos los años me pedía que cortara ramas del olivo para ofrecerlas a quien quisiera tomarlas para el Domingo de Ramos. Y como este año también tuvo un Domingo de Ramos y no dejó que el jornalero le tocara al olivo se decidió a decírselo a mi persona. A pesar de que yo sabía quien le había hecho la limpieza, lo que no me importaba en absoluto, le pregunté por qué no me lo había dicho y me contestó que le había dado vergüenza, que todos los años lo hacía y que le había parecido de caradura volver a pedírmelo. Dejé correr el asunto y con actitud embarazosa (que no embarazada) me dijo que si le cortaba los ramos de olivo, pues no quería que, excepto yo, nadie le cortara ni una hoja. Por supuesto que no tuve inconveniente.
Ya en el huerto pude comprobar como el jornalero había obedecido sin rechistar ni aconsejar lo más mínimo y cortó y limpió todo lo que la buena señora dijo, así vi el tocón de un boj (Buxus sempervirens) cortado a ras de suelo con un diámetro de unos 20 cms . -"¡Lástima! me dije. Por supuesto que me acordaba del boj y de lo que podría haber hecho con él, pero ya no había solución.
Corté por donde quise y como quise los ramos de olivo y al ver lo que había quedado del aligustre le pregunté que qué pensaba hacer con aquello.- "Tonechiño - me dijo- a mí no me sirve para nada. Iré cortándole poco a poco para leña lo que pueda sacarle". Entonces, para caradura yo, voy y le pido el tocón. -"Que me gustaría sacarlo entero a ver si tenía suerte y prendía". Parecía encantada (también es una maestra del saber vivir) de que yo le arrancara aquella cosa.- "Por la leña equivalente, no se preocupe, le traeré leña".- "Que no, que no hacía falta que le llevara nada, que si ella lo cortaba para leña era porque le estorbaba". Y yo, vago como Dios me ha dado, pues le tomé la palabra y decidí sacar el tocón sin llevarle la leña.
Bueno, la situación del tocón no es que fuera una fácil. Estaba, aparentemente encajado entre una pared y la base de una thuya de proporciones considerables, por lo que me temía que iba encontrar lío de cepellones; justo al ladito había calas (las odio a ellas y a sus rizomas) y todo contribuía a parecer que la cosa iba a llevar un buen rato, así que decidí mentalizarme y dejé pasar unos tres días hasta que me dije que si yo no iba a buscarlo, seguro que él no vendría. Me arme de alguna herramienta y de muuuuucho valor y me dirigí a ver como enfocaba la vaina aquella.
Limpié la superficie para, a continuación, dentro del espacio disponible tratar de sacarlo con el máximo de cepellón procurando no dañar a la thuya. Curiosamente, me resulto bastante más fácil de lo que esperaba. Yo creo que la planta, al igual que la mayoría de por acá, fue plantada de esqueje, por eso no hallé raíz pivotante alguna, sólo unas cuatro o cinco que, a un palmo de profundidad, se extendían horizontalmente hacia los cuatro puntos cardinales y mucha raíz cespitosa.
Al cabo de una hora + - tenía el madero a mis pies, pero aquello pesaba entre sesenta u ochenta kilos (no exagero pues habitualmente manejo estos pesos y la cosa estaba por ahí) y no era plan llevarlo debajo del brazo; así que tira a casa a buscar una carretilla. Una vez con el cepellón frente a mi pequeña parcelita, lo limpié a base de manguera para limpiar los cortes gruesos y tratar los cortes con cicatrizante. Hecho lo que precede trato de ponerle en un barreño de los comunes que hay por acá (capacidad de 50 litros + -) y el alma condenada del aligustre no me cabe en el recipiente. ¡Mi gozo en un pozo!
Llamo a mi "chofera" (que ya llevaba más de dos horas riéndose de mi a mandíbula batiente y soltando lágrimas) y le digo que me lleve a donde pueda encontrar un recipiente para aquella "cosa". En la aldea recorrimos cuatro establecimientos susceptibles de tenerlos y ¡naranjas de la China! Hubo que desplazarse a 15 Kms para conseguir el recipiente (podría haberlo hecho con maderas, pero no me dio la gana). De vuelta al pueblo, preparé el sustrato y enchufé al jodido aligustre en el lugar en el que o resucita o muere. Él verá lo que hace. Yo ya hice más de lo que en principio esperaba hacer. ¡Dios me perdone!
Que Dios les bendiga
lunes, 23 de marzo de 2009
Un pino prolífico
¡Ay, Dios mío! Cuanto más viejo mas grillado. Eso me pasa por cumplir años.
Bueno, pues resulta que hace cosa de unos nueve meses, un vecino que pasó por el almacén donde trabajo con las algas llevaba en la mano el ápice de una rama de pino en el cual había una aglomeración de piñas nunca vista por mí y me preguntó si sería capaz de contar cuántas habría sin usar nada más que las manos, es decir no podría pintar con tiza u otro tizne cualquiera las piñas. Las tendría que contar usando las dos manos y la vista.
Al principio me pareció que no sería tan difícil, total entre las dos manos tengo diez dedos, más las piñas que podría ir fijando con una referencia en el suelo u otro armatoste que hallara en el almacén, no me pareció difícil, no.
Pronto salí de dudas, los dedos no me llegaban para ir marcando las piñas que contaba y, con la vista me perdía, pues las piñas eran idénticas unas a otras. Empecé a maldecir por lo bajín. El paisano me miraba divertido. Lo intenté unas seis veces y todas las cuentas me daban diferente: una vez 28, otra 32, otra 30... ¡Mira que soy limitado! me decía entre dientes, y encima con un espectador que se está regodeando sin ocultarlo. Después de media hora intentándolo me rendí y le pregunté si él sabía exactamente cuántas había; me contestó que no, que la cosa habría sido facil si se marcaba cada piña, pero que entonces perdía gracia. Me regaló el ápice y me dijo donde se encontraba el pino al cual le había sacado el "parto múltiple" aquel no sin decirme antes que todos los años las pone así, en rosetones. O sea que el pino era un viejo conocido del paisano, y desde ese momento pasó a serlo mío.
Fui a contemplar el jodido pino y me quedé un tanto perplejo: crecía justo al borde de un arroyo en el que durante todo el año hay agua, como muchísimos más que conozco. No medía más de 7 ó 8 metros de altura y no se distinguía a primera vista para nada de otro pino cualquiera, excepto si se le miraba para los ápices de las ramas. Todas tenían un balón de piñas en el ápice de cada rama. Me dije .- "Es curioso, me gustaría fotografiarlo bien" Pero todo tiene sus limitaciones y una cámara compactita como la mía... de zoom, sólo 3 aumentos. O sea, lo que veía a simple vista. Me juramenté para cuando llegara la época hacer lo posible para sacar imagenes de las ramas esas.
Se nota que el pinito de marras, que al mismo tiempo está situado justo a un sendero, tiene sus conocidos y allá por noviembre sólo le quedaban tres o cuatro ápices de ramas, las demás aparecían quebradas y desaparecidas. Me sentí impotente y frustrado .- "¡Y ahora qué carajo voy a fotografiar y dejar de testimonio!". La cosa estaría igual de complicada aunque tuviera las aglomeraciones que le había visto, pues la cámara era más vieja pero seguía con el mismo zoom.
Pasó el invierno y esta semana se me dio por ir a pasear con los perros por aquellos andurriales y me fijé en el puto pino: estaba floreciendo. Los conos masculinos a reventar de polen y, en lo más alto, los conos femeninos en rosetones. Tuve una alegría tremenda.-"Voy a poder fotografiar". Sí, iba a poder... ¡Y una leche! La cámara seguía siendo la misma y el zoom el mismo!
Me puse a hacer fotos como un loco, pero luego las miraba y no veía nada.- "Asús, que voy a tener que subirme al pino como si fuera un mico"; y ya no estoy para esos trotes. Me separé unos veinte pasos, me volví a mirar, me siento en el suelo, me levanto con la intención de marcharme y, me da un revés en la neurona que poseo (sólo tengo una) y me voy al pino, me abrazo a él y comienzo a trepar con el mismo estilo que cuando era niño. ¡Dios mío, sólo que ahora no soy niño! por lo menos de cuerpo; y arrastrar mis 100 kilos de humanidad por el pino arriba me costaba sudores, arañazos y maldiciones de sacristán (las más graves).
Al llegar al ramaje me senté a ver si me aliviaba un poco y al mirar abajo veo a los perros sentados mirando con una cara de curiosidad que me hicieron aflorar el ridículo. En este caso ocupaban el puesto de los humanos mirando como alguien al que le faltan un montón de tornillos hacía equilibrios pino arriba. Vamos como si nosotros fuéramos al circo y estuviéramos contemplando como una cabra sube o baja una escalera.
Quiero subir hasta donde estan los rosetones de conos femeninos y ¡narices! la planta está demasiado tierna y lo más seguro es que se parta con mis 100 kgs y si me caigo lo mismo aplasto a un espectador; por cierto que parecieron adivinar mis temores y se apartaron a una distancia prudencial. ¡Perros, sí! ¡Para tonto bastaba yo! Estaba arriba y no iba a poder sacar fotos. ¡Como para echarse a mear y no soltar gota, oigan!
Antes de disponerme a bajar decidí sacar unas fotos a algunos rosetones de piñas del año pasado y hete aquí que veo un ápice de conos femeninos que está al alcance de la mano... si me estiro lo suficiente.
Ahí es nada. Hagan ustedes la prueba: una pierna en la horqueta de la rama, la otra pierna más separada en la misma rama, el brazo derecho agarrado al tronco del pino, la mano izquierda agarrando por el gañote al puñetero rosetón de pseudopiñas, respirando fuerte y temblando aún más fuerte. Todo temblando. La cámara en la mano del brazo con el que me agarro al tronco y estirando el gaznate para tratar de ver por la pantalla que más o menos esté dirigida. Me parezco al hombre de vitrubio, sólo que vestido. Saco cuatro fotos: no valen. Pongo la cámara en modo ráfaga y aprieto el disparador tantas veces que se me cansa el cuerpo todo. Suelto la puñetera rama y respiro. Con cada bocanada de aire trago un puñado de polen de pino que me hace toser. Al rato me sentí con algo de voluntad, que no de fuerzas, para bajar. Los perros no perdían detalle. Cuando llegué al suelo ya no quise mirar qué había salido ¡O si había salido algo aprovechable!
En fin... Juzguen ustedes y tengan en cuenta que me ha costado mis sudores y el cachondeo de mis perros. ¡Que Dios me perdone! En venganza no les dí de comer un día entero ¡Por perros!
¡Dios les bendiga!
viernes, 13 de marzo de 2009
Un junípero
Bueno, pues este junípero parece que está destinado a pasar las de Caín.
Hace unos ocho años lo vi en un vivero y al pronto me llamó la atención, pero como iba con otras ideas pues que me olvidé del plantujo este y retorné sin él. Pasaron no menos de unos cinco o seis meses y, por casualidad, volví por el mismo lugar y allá estaba aún, si bien es cierto que estaba como despreciado: aparcado detrás de una cancela junto a otros que parecian que no eran del agrado de los visitantes y la propietaria, por hacerse sitio, los desplazó a ese rincón.
Tampoco en esta ocasión no iba con afán de comprar planta alguna, no obstante le pregunté a la dueña por el precio y 7 euros no me pareció que fuera un precio excesivo, sin embargo se volvió a quedar en el sitio. En esos momentos tenía otras prioridades.
Y me olvidé totalmente del sujeto este. Pero hete aquí que al cabo de un año, cuando suelo pasar por esos lugares, finales de otoño-invierno, vuelvo por el lugar y el junípero seguía tras la cancela. Le pedí precio a la dueña y me dijo que 10 euros. Teniendo en cuenta el tiempo que había pasado seguramente se había revalorizado algo pero yo, como soy medio diablo, le dije que la última vez que le había preguntado me había dicho 7 € y que el matujo no tenía pinta de haber rentabilizado ni el agua que le habrían tirado. La dueña sabe de sobras que no la engaño si le digo que ella dijo; me conoce bastante bien (mejor que yo a ella), y como no puede recordar todo cuanto dice a la cantidad de gente que pasa por su casa a lo largo de un año no me discute, pero me dice con muy buenos argumentos.- "Si, pero se da la circunstancia de que yo soy la dueña y si digo que ahora cuesta 10 € ... pues que cuesta eso". Así que me la envaino y me callo, doy media vuelta y miro por otras cosas.
Vuelvo al cabo de una semana, por curiosear, por ver si trajo nuevo material y no, no había traído, mas esta vez es ella la que (tiene reciente la conversación acerca del matujo y se acuerda bien) la que saca a colación el junípero y pregunta .-"¿Te parece mucho 10€ por una planta formada?" Que va, señora, que no es esto; es que si una planta cuesta X, por la estancia en este lugar sin ninguna atención hacia ella no se revaloriza, por lo menos a mis ojos. La señora duda y me suelta .-"Bueno y si te llevas esta otra con ella no valen los diez euros las dos?" esto ya me pareció otro cantar. La otra planta es una cupressacea, una especie de ciprés llorón; sin un atractivo especial pero que, a mi juicio, se pudo vender en su día en unos 5 €, y entonces le tomé la palabra y cargué con las dos plantas.
Las dos se fueron a la parcelita diminuta, junto con las demás plantas, y allá estuvieron unos dos meses o tres, hasta que me decidí mirar qué posibilidades podría presentar el junípero. A mi vista de profano principiante en lo que toca a la práctica del bonsai no vi muchas, así que le hice un recorte de raíces (estaba saturado el cepellón) y lo volví a plantar con nuevo sustrato y así estuvo hasta este año en que me dediqué a hacerle perrerías. Primero lo enrafié con la intención de alambrar y llevar un tronco en cascada y elevar el otro con el fin de que hiciera de la "corona" de la cascada. Por cierto, enrafiar es latoso de narices. Como se me hizo noche pospuse el alambrado y, en casa trabajando sobre las fotos vi que era posibre conseguir algo parecido a lo que quería, de momento, sólo con trasplantarlo en otra posición. Tardé dos días en decidirme pero lo hice. No sé, quizás hubiera mejores opciones pero en ese momento es lo que me salió y así se va a quedar, si aguanta el trasplante, hasta el año que viene que lo pueda poner en una maceta adecuada, una maceta para bonsai en cascada.
A ver si por una vez hago algo bien.
¡Que Dios les bendiga!
lunes, 2 de marzo de 2009
Dos palmeras
A ver... Vivo en un lugar que es la repera. Es una aldehuela en la que vivimos 1.200 habitantes de derecho; de hecho no vivimos (esto es una estimación mía) 1.000, y eso si contamos perros y alguna gallina. Cuadrúpedos superiores como vacas, caballos, asnos... ya no hay; sí hay personas que emulan perfectamente a estos dignos animales y la cosa estaría bien si, en apariencia, no fueran personas.
Todo esto lo suelto porque hace unos días los responsables de la gestión del ayuntamiento al que tenemos la desgracia de pertenecer ha decidido que dos palmeras (Phoenix canariensis) de 48 años de edad sobraban sobre la faz de este agujero y, bajo el pretexto de que las palmas removían las tejas de la casa de un vecino cuando pasa algún huracán (como si eso sucediera todos los días), les han pasado motosierra. Hasta ahora las palmeras también lo habían hecho pero los encargados del mantenimiento de "lo verde" les daban un recorte en el penacho de palmas cada 5 ó 6 años y listo. Parece que esto era mucho trabajo y han decidido darles "matarile". Y se los dieron. Con un par de coj...
Habida cuenta que en este mundo asqueroso no puedes cortar una ramita en tu propiedad de monte, árbol ribereño o lo que se tercie en el mundo vegetal sin que esté el Servicio de Protección de la Naturaleza o la Consellería de Medio Ambiente multándote, abiendo expedientes sancionadores y si abres un poco la boca a "chirona", resulta cuando menos chocante que aquí lo hayan hecho los servicios municipales.
Las dos plantas más viejas de toda esta parroquia se fueron a tomar por saco por un "que me remueves un poco dos tejas". 48 años de vida de dos plantas hermosas con cuyas ramas nos pinchamos dos generaciones se fueron "o carallo" por la gestión de unos delincuentes y delincuentas (que esta es otra) sin escrúpulos.
Pero bueno, dicen que cada pueblo tiene los gobernantes que merece. No tenía ni puñetera idea de que mereciéramos tanta porquería.
Habrá que acostumbrarse.
¿Se me nota algo de cabreo?
Saludotes.
Habrá que acostumbrarse.
¿Se me nota algo de cabreo?
Saludotes.
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