
mío, cuando acabé me puse a destrozar "Monna lisa" de N. King Cole (en inglés también, claro).
Al llegar a casa ya se le había pasado todo y me echó de mala manera del coche (menos mal que ya le había pasado el enfado) y los plantujos que traíamos también corrieron mi misma suerte. Puse un hociquito como si fuera a silbar y en esto que veo que agarra al causante de su enfado y lo levantó a la altura de la cabeza. Me temo que si se me ocurre iniciar el silbido, seguro que me lo corta de un macetazo.
Agarré al "Prota" del enfado y me puse a mirar si habría valido la pena; agarré la Kiukiru y las tijeras y empecé a afeitarle las canillas. A primera vista y después de despojarle de las ramillas más bajas parecía no tener más que hojas pinchudas, bonitas, eso sí.

El asunto era buscar donde colocar los separadores, pero pronto dejé de preocuparme:
Separar las ramas más gruesas y eliminar todo lo demás. Claro que una cosa es decirlo y otra hacerlo sin desgraciar a la pinchuda.
Además, entre tanta hoja y ramificación tratar de ver qué rama pueda servir o no se me hacía un dilema.

Aquí, ya con dos tensores puestos, la miro desde arriba - como quien trata de mirar por el escote de una moza- (tiempos aquellos), sin sentir ningún rubor (desvergonzado que soy, oigan), pero aún no le encuentro sentido alguno.
Y mirándole de lado tampoco veo gran cosa. En principio separé tanto como me dejó la Sashi eda, la separé con mucho cuidado, hasta ver que empezaba a agrietarse de manera incipiente la corteza. ¡Parón!

Al colocar y estabilizar la 1ª rama, me dediqué a separar lo que parecía un cogollo de repollo, solo que con púas. Más tijera. Y aparece un principio de algo: de un adefesio.

Una visión de cerca (soy algo miope) me dio alguna esperanza: ya veía algo de leña.

Cortando y aclarando más. A ver si los kamis encontraban espacio para saltar de un sitio para otro. No fueran a vaciarse un ojo contra algún pincho.

Con unas ganas desaforadas sigo limpiando ramillas y hojas. ¡Asús! estoy seguro de que el plantujo ese me odiará para los restos.

Acá ya tenía, más o menos, una idea de lo que la plantuja pide (que la dejen en paz). Pero yo ni caso, la sigo desplumando.

Hasta que decido que ya está bien de hacerle putadas. Que el Osmanthus no tiene la culpa del cabreo de la "jefa".

Al no conocer para nada la especie esta (nunca habíamos sido presentados) mi temor era que no se le diera por vivir y palmara de un infarto de raíces o similar. Tampoco sabía si brotaría desde atrás. Para quedar escuchimizada, mejor ni tocarla, pero el que no experimenta, pues que no sale de dudas, y como la plantita esta se presentó voluntaria, aproveché la ocasión.
Pero sí que brotó, desde atrás, desde un lado, desde el otro, desde delante...
Estaba mona con esos brotecitos rojizos.
Pero me dio la venada y ¡Brotes fuera y pinzado!
Y así está a día de hoy, como parece que aguanta bastante, pues que le queda bastante que sufrir.
Que Dios les bendiga.