Fotos

martes, 27 de enero de 2009

PLantas foráneas

No sé, algunas veces pienso (cosa difícil pero lo hago de vez en cuando) que ciertas circunstancias o sólo me pasan a mí, o los demás se las callan.
No es que me importe en demasía pero aparte de extravagante , a los ojos de quien me conoce, quedar por tonto además, no es muy edificante.
Esto viene a cuento por un asuntillo que les relato a continuación:
Regresando a casa desde un pueblo cercano, del que ya hablé en la entrada de "la maceta", como a unos 4 kms. hay al lado de la carretera un silo de de grano y piensos compuestos muy bien surtido. Aparte de esa acividad suelen vender semillas de patata y todo ese mundo que rodea la agricultura en un valle fértil como es esa zona. Anejo a las instalaciones principales tiene una tienda donde se puede encontrar desde macetas hasta miel envasada de manera artesanal por los apicultores de la zona; también hay artículos de talabartería y bandejas de plantones para repoblaciones forestales acompañadas de alguna que otra planta puramente ornamental.
En este caso fue mi esposa la que decidió bajar en este punto porque tenía que hablar con alguien de la tienda. Como esa no era cosa mía, me fui a curiosear las plantas y plantones y allí vi un arbustillo para mí desconocido de hojas reltivamente pequeñas, parecidas a las del mirto pero mayores por lo menos cuatro veces. Miré a ver si tenía identificación alguna y pegada con un celo a la maceta rezaba "loropetalum".
Eso ya me irritó pues harto conozco el loropetalum, aunque sea también foráneo. La planta me gustó y, cuando salió mi sargento con la responsable, le pregunté por el nombre de la plantita y, como es obvio me contestó que era lo que ponía la pegata aquella. Yo le dije que no. Se le dio una higa y me dijo que ese era lo que había traído y que como tal lo vendía.
-¿Si yo le demuestro que esta planta no es un loropetalum - le propuse- me consigue usted abono con 0% de nitrógeno?
- Me da lo mismo - contestó- estoy segura de que es lo que dice la etiqueta, y el abono le apunto ahora su pedido y cuando llegué le aviso.
Una comerciante nata. Seguro que es de las que te venden los autobuses de dos pisos de Londres asegurando que son el último modelo de un Ferrari. Como son rojos.. ¡ya está!
El caso es que me compré la planta, para enfado de mi cónyuge -¿No tendrás plantas bastantes?
Yo, ni caso.
La dejé ( a la planta) junto con las otras en el breve trozo de tierra que tengo cerca de casa a ver qué hacía, si respondería a la nueva ubicación o qué ?
Allá estuvo un año y le gustó el sitio porque ploreció y floreció; de frutos ni hablar. Por las flores ya se vió que era una mirtácea ¿Pero cual? Si saber como respondería, no hacía más que limpiar lo que veía seco y listo. A mediados de octubre de 2007 decidí pasarla a un tiesto ligeramente mayor ya que su cepellón era un amasijo de raíces. Procuré no tocar nada más ¡No fuera a espicharla!
En la primavera pasada mi hijo menor me llevó de paseo por los viveros que rodean la ciudad de A Coruña - hay muchos y muy buenos- vimos plantas foráneas "mogollón", como decía él; colecciones de acer de no más de 0.75 ms de altura que llevaban el alma, pero los precios hacían que el alma se estuviese bien sujeta. Una simple estaquilla de 1.5 cms de diámetro por 75 cms de altura salía a 1 euro por céntimetro, de altura claro.
El caso es que curioseando por un lado y por el otro, en uno de los viveros ví a mi mirtácea. El vivero era/es de esos que, si hace falta, obtienen la partida de nacimiento de la más coqueta de las actrices. Mi mirtácea resultó ser la "Eugenia newport".
La dejé como estaba hasta este invierno que le hice tropelías a diestro y siniestro. Cosas de inexpertos que si no practicamos jamás adquiriremos experiencia. ¡Espero que no la espiche.


Las fotos son infames. Suplico su perdón.


¡Que Dios les bendiga!

domingo, 25 de enero de 2009

Una charca

Así, a primera vista, no parece mucha cosa. Quizás no lo sea, pero cuando en unos de mis paseos por la costa con la marea baja, vi aquel plumón de gaviota encima del agua de la charca mis pocos sentidos (bueno, los tengo todos pero alguno debe estar atrofiado) hicieron que me fijara un poco más en la circunstancia.

En aquel momento se reunían los vestigios de, al menos por la apreciación que recuerdo de aquellos momentos no tan lejanos, de tres mundos casi antagónicos y al mismo tiempo dependientes uno de los otros dos. Me parece, no estoy seguro, que estudié algo parecido en las matemáticas en mis años de soledad: A puede ser primo de B y éste primo de C, pero A y C no tienen que ser primos por fuerza. ¿Puede ser que sea lo que se llamaba "correspondencia biunívoca"?. No lo sé. El hombre puede ser "primo" de la gaviota. Ésta y el hombre pueden ser "primos" del mar, pero el mar no tiene por qué ser primo del hombre y de la gaviota. Nos toca cuidarlo: es nuestra madre/padre.

Junto a la charca se juntaron tres mundos a mi vista: el plumón, las anémonas y erizos del fondo y mi presencia.

El plumón, representante de un mundo aéreo, pero dependiente de la vida sumergida.
La vida sumergida, representantes de un mundo tan frágil lo que le cae de la superficie (en infinidad de casos, la muerte) influye en su existencia.
Yo, representante de la especie que se cree dueña de vidas, haciendas y ecosistemas.

Vean la fragilidad, tan imperceptible ella, de un plumón de gaviota. Tan leve que parece suspendida sobre el agua de la charca. ¡Que sensación tan cálida imprime mirarlo! ¡Como contrasta con la sensación de frío del azul del agua! Y yo mirando, sintiendo el frío y el calor a un mismo tiempo. ¡Que sensación tan rara!
Algo tan leve como un plumón de gaviota me hace estremecer, no más porque está sobre algo que parece frío y carente de vida. ¡Nada más lejos de la verdad!

En el fondo y en las paredes de la charca pulula la vida: hay anémonas, cangrejos, quisquillas, algas... una explosión de vida que en nada hace recordar el frío.

Aquí en este mundo la vida pulula, es cierto, pero donde hay vida, allí, ¡qué paradoja! encuentra su sitio también la muerte. El hecho de que el plumón falte del pecho cálido del ave ¿ se deberá a que el ave murió o simplemente es un puro mecanismo de renovación? En este caso nunca lo sabré, pero en el lecho marino la muerte enseña su obra.

De todas formas, a mí el plumón me recuerda el regazo cálido de mi abuela materna, que tanto amé. Aquellas manos arrugadas y que yo creía que por estar arrugadas debieran ser ásperas... ¡Dios mío, qué tacto tan cálido y fino! Manos como plumas que hace unos pocos años se enfriaron y desaparecieron.

Al borde de la charca no puedo evitar recordarla. Es que está esa jodida pluma para hacer que la evoque. No es pluma, es plumón, blanco y visión cálida que, por estar donde está me da frío. La mano muerta de mi abuela. ¡Pero si cuando la cogí en brazos, muerta, aún su cuerpo estaba caliente! y este plumón me inspira las dos sensaciones.

¿Por qué demonios me asomaría a la charca?

¡Hay que ver lo que puede pasar por la mente en un flash!

La gaviota depende del mar, nosotros dependemos del mar, el mar sólo quiere que no le dañen y nos dará vida, aunque nos dé sensaciones de frío y azotes salvajes, cobrándose tributos en vidas humanas, la mayoría porque no hemos sabido conservar lo que el mar nos da y cada vez nos esforzamos en ordeñarlo más y más.

El mar responde con la muerte de sus criaturas, nosotros también lo somos, no tardarán muchas estaciones en que la presencia humana, por nuestro propio afán de devorarlo todo, acabemos como este pobre delfín que apareció a 50 metros de la puta charca que me trajo sentimientos encontrados y que luchan entre sí en mis soledades. ¡Que Dios nos perdone!

¡A ustedes que Dios les Bendiga!

miércoles, 21 de enero de 2009

Una planta humilde

Pues hoy les quiero relatar algo que, posiblemente ya conozcan todos ustedes, pero que a mí siempre me llamó la atención porque hasta que salí del pueblo (a los 17 años) nunca tuve oportunidad de informarme. Y, a partir de ahí, yo supe pero mis vecinos se han reído de mí cuanto les ha salido de las criadillas y eso que yo sólo me limitaba a decirles que la planta se llamaba de aquella manera y que tenía ciertas propiedades. Los tipos se partían del pecho de la risa que les daba y me comparaban con Manfred Gnädinger un alemán excentrico que recaló en la aldea allá por los años sesenta y que si hoy ponen su nombre en el google tiene multitud de entradas. La razón de que me compararan con él, aparte de la amistad que nos unía, era que sólo "El Alemán" y yo nos fijábamos en las hierbas que nos rodeaban.

La plantita de la que quiero hablarles se trata del Asphodelus albus. Esta planta era y es conocida entre los lugareños de por acá como "arbortas". Antes de haberla identificado yo estimaba que sería alguna variedad de Harwortya, pero a poco que profundicé en su anatomía tuve que dejar esa apreciación, pues las "arbortas" tenían/tienen unas hojas basales mucilaginosas en forma de roseta, raíces fuertes y desarrolla tubérculos de forma más o menos cilíndrica de unos 2 por unos 3 ó 4 cms. Los tubérculos, al partirlos o estrujarlos, sueltan una sustancia más bien viscosa. Del centro de la roseta basal crece un escapo leñoso de hasta un metro de altura al final del cual se disponen las flores en apretadas panículas que perdurarán bastante tiempo, casi hasta que se agoten las reservas de sus carnosas hojas.

En mi infancia (la poca que tuve), cuando los niños, en pandillitas, íbamos al monte a buscar leña o para acarrear los haces de hierbas para cama de los cerdos y gallinas, nos parábamos bastante tiempo (otras distracciones no había) en el monte confeccionándonos cascos y gorros con las hojas del Aphodelus, como medio de sujeción usábamos las acículas secas de los pinos a modo de alfileres. Los chicos más mayores y que se pasaban bastante más tiempo en el monte, guardando dos o tres vacas, tenían tiempo suficiente para confeccionarse un traje de buzo. Lamentablemente estas obras no duraban más que un día y al siguiente, mientras los asphodelos estuvieran en temporada, se confeccionaba otro.

Las curiosidades de esta planta, para mí, ha ido aumentando. Consultando los textos resultó que esta planta ha sido muy apreciada desde la antigüedad como planta medicinal y como alimento; de ella se pueden utilizar las semillas, los tallos y los tubérculos; eran las denominadas patatas de los antiguos. En Grecia, aún hoy, se obtiene azúcar de los tubérculos.
Homero citaba ya al asphodelo en los jardines del averno. La sustancia mucilaginosa que contienen los tubérculos se utiliza como goma de pegar.

Es considerado como símbolo de luto. ¿Por qué será?.

Existe otra variedad, el Asphodelus racemosus, que se distingue del anterior que el espádice suele tener alguna ramificación y está bastante más representado sobre todo por la cuenca mediterránea.


¡¡Dios les bendiga!!


lunes, 19 de enero de 2009

Mi callistemon

Voy a contar una de mis "batallitas" que, si bien, no he reñido con nadie, a mí sí me ha servido para calmarme y poder sintonizar con la naturaleza.

Hace como unos veinte años, allá por 1987, en un viaje a Bahía Blanca, Argentina, que empezó siendo de rutina en el que normalmente se empleaban unos dos meses, acabó siendo un viaje de siete meses.

Los miembros de la tripulación, excepto el capitán y sus oficiales, solamente saben que se sale a la mar y que probablemente nuestro destino sea tal o cual puerto. Mientras el barco navega, en las oficinas se están tramitando fletes, acuerdos y Dios sabe qué cosas. No sería la primera vez que, llegados a mitad del Atlántico, rumbo a Sudamérica se nos ordena cambiar rumbo hacia el cabo de Buena Esperanza mientras se esperan otras órdenes.

El caso es que en el viaje que arriba nombré, llegamos al puerto de Ingeniero White que es el puerto de Bahía Blanca que está a unos 20 ó 30 Kms. Allá estuvimos amarrados al muelle en espera de los barcos que venían de la pesca de las Malvinas, de los que nosotros tendríamos que alijar. Con esto quiero decir que tuvimos mucho tiempo para ir a tierra y pasear (después de nuestras jornadas de trabajo, claro) y la mayoría estaba deseando salir al mar. A mí me daba igual porque, paseando por Ingeniero White, hablando con sus gentes y admirando lo bien que estaba ese pueblo, lo bien organizado que estaba, adquiría vivencias, la del mar ya la conocía. A pesar de que el pueblo rezumaba calma, se notaba en sus gentes temor, y mucha precaución . Si me sentaba en una vereda al lado de un anciano/a y le preguntaba por esta o aquella planta, pues que me miraban con desconfianza hasta que veían que no tenía intención de nada más que de saber y entonces se abrían. Supongo que sería por la difícil situación económica del país, era cuando en Argentina se había implantado el "austral" como moneda, en principio equiparada a dólar, pero que en el espacio de tiempo de dos viajes que hicimos, estaba casi por los suelos para nosotros, no así para la población local que todo les seguía costando como si fueran dólares de verdad. No entiendo de economía y, por lo tanto, yo a eso lo voy a calificar como una putada y no tocar la vena.

Todo este rollo viene porque por las aceras de Ingeniero White había plantados granados, lilas de Persia (melia azederach), acacias del Japón (sophora japónica) y otras especies, todas ellas muy cuidadas. Pero entre todas, por su belleza, destacaba un arbolito que era una preciosidad, estaba en flor y yo jamás había visto nada igual. Al segundo día, el capitán y su esposa, que sabían de mi afición a las plantas me llamaron y me comentaron lo de esa planta que para ellos también resultaba exótica y preciosa. Sólo les pude confesar mi ignorancia al respecto y comentarles que, como a ellos me había impresionado. Estaban podados, la mayoría, de forma que sobre un tronco de no más de dos metros se apoyaba un cubo bastante espeso y enmarañado pero todo florecido de un rojo escarlata.

El capitán me encargó que buscara plantones para llevarlos a casa. Seguramente en España esa planta también estaría por los viveros o por las veredas de alguna ciudad, pero el hombre estaba tan entusiasmado con lo que veía como yo con el encargo. Le comenté acerca de que tenía trabajo y él comentó que sin mí se haría el trabajo, o que quedaría sin hacer, pero que buscara plantones. "No tengo dinero" le comenté y me dijo que buscara las plantas que ya me daría el dinero.

¡Jesús, Dios mío, lo que pateé por Ingeniero White! un día, otro día y no encontré nadie que me diera información. Todo el mundo me miraba con desconfianza y procuraban no hablar conmigo. Hasta que (ya llevábamos allí unos 15 días) se me ocurrió ir a una barbería a que me cortaran el pelo, más que nada para que al pagar me dieran cambio para poder ir a Bahía Blanca para poder hablar por teléfono a España (eran otros tiempos). Resultó ser el barbero un señor anciano bastante locuaz (visto lo que había hallado hasta el momento) y en medio de la conversación, cuando salió a colación mi origen, me dijo que su padre había llegado a Argentina en 1907 procedente de un pueblo llamado Arzúa, provincia de La Coruña, hasta se fue buscar la cédula de identidad de su progenitor y me la enseñó.

Bien, resultó que el señor barbero tenía un patio interior (como todas las casas allí) y me lo enseñó. Allí tenía granados enanos, me mostró, muy contento, como había logrado la planta de algodón, tenía un almendro viejo, pero muy bien cuidado, enorme. Era un aficionado como yo a las plantas y al entrar en materia le pregunté acerca del dicho arbolito y él le llamó "limpiatubos", por la forma de la flor. Le pregunté si se podría él encargar de gestionarme la compra de seis arbolitos y puso mala cara. ¡No había plata, che! Si la tenía o no, no estaba dispuesto a correr riesgo alguno con eso, le dije que esperara que volvería. Volví y le encargué de modo formal que me consiguiese los plantones. Se frotó el pulgar y el índice, haciendo el símbolo internacional de dinero. Le puse en la mano 10 australes como anticipo y que se diera prisa.

Tardó tres días en conseguirlos o, por lo menos en decirme que los tenía en el patio. Le pregunté el precio y ahí se mostró más que cauto: que si no había sido fácil, que las plantas no las había conseguido más pequeñas y de ese tamaño (+ - 1 metro) era caro... "ya está - me dije- me va a sablear". "Al grano, señor. ¿Qué le debo?" Pues que eran seis plantas, cada una seis australes, 10 de anticipo, que debía 26 australes. Soplé aliviado, porque me lo había temido peor. Le puse en las manos 30 australes y, sin que yo tuviera intención de pedirle los cuatro de vuelta ya estaba con que no tenía cambio y no sé que más. Yo ya estaba contento por haber conseguido las plantas. El dólar, por aquel tiempo estaba a una 85 pesetas, pero ya los australes habían bajado a unas 35 pesetas, más o menos. Tampoco lo recuerdo ahora exacto. El caso es que el barbero seguro que por los diez australes que le dí de anticipo se compró las seis plantas y el resto todo fue ganancia. Soy mal pensado, lo sé, pero es que vista tamaña desconfianza, estoy seguro de que no adelantó de su bolsillo ni un solo céntimo para comprar las plantas. Éstas iban a ser, tres para mí y tres para el capitán.

Traje las tres que me tocaron para el pueblo. Una se la di a mi madre, otra a un tío y la tercera me la quedé. Por supuesto, como yo no tenía suelo se quedó en maceta con lo que a la vuelta del siguiente viaje me encontré un leño seco.

A estas alturas ya se habrá dado cuenta, quien lea esto, que la planta era un Callistemon, más en concreto el Callistemos viminalis. Mi tío y mi madre los tienen plantados en tierra desde entonces y son enormes. Mi madre que es una persona de esas que, no se cómo lo hacen, pueden clavar en tierra el mango de una escoba y al poco tiempo le arraiga, clavó esquejes y repartió plantas por todo el vecindario. Procedente de uno de esos esquejes son las flores de las fotos que están arriba.

Como habrán deducido, con tanta historia, a esta planta le tengo un cariño especial y por extensión a cualquier callistemon, así que, hace unos dos años, cuando vi uno en un vivero que no lo estaba pasando nada bien lo compré.
El plantujo era pequeño y con tronquito bastante guapo, pero estaba en un estado que no parecía que estuviera muy a gusto. Así que con mi mezcla standar y recién llegado de acompañar en el hospital durante una temporada a una persona muy allegada, me puse a cambiarle la maceta al callistemon, del cual ni sabía la variedad. Tenía/tiene las hojas más
pequeñas y no asomaba flor, así que hasta que la viera seguiría la incógnita.
La levanté para mirar si tenía cepellón o había sido una ilusión mía y este es el resultado del examen.
Después de cepillar la superficie del cepellón, lo pasé a una vasija más plana, en la cual me quedaría un poco alto el nebari, así que una vez colocado en el sitio tapé el sustrato con una capa de guijarros con el fin de que el agua del riego y de la lluvia no lo arrastrase.
Parece que no le sentó mal el cambio, pues a la primavera/verano siguiente floreció. La flor era de color púrpura y el tamaño en consonancia con las hojas. Hacía buen juego. Es el Callistemon linearis.
Para la primavera próxima, Dios mediante, miraré que tal va en su nuevo calzado y ver de bajar un poco el cepellón (sólo si es posible, que tampoco hay prisa)
Bueno, la época en que le practiqué el cambio de vasija no era la más idónea pero viniendo de estar en un hospital, pues que me apetecía dejar volar el
pesimismo que suele embargar a los que pasamos, aunque sea como acompañante, una temporada en tales sitios.

¡Que Dios les bendiga!

domingo, 18 de enero de 2009

Una maceta

Siento que debo contar esta pequeña anécdota para ver si se tranquiliza mi espíritu.

A unos veinte Kms. tierra adentro, de esta mi aldea hay otra que, por ser lugar de paso, tiene otras perspectivas de futuro mayores. Tiene menos habitantes y menos viviendas pero se ve que la vida en un lugar de paso es mucho más fácil, o tiene más salidas, que tener que ir ex profexo a un lugarejo de la Costa de la Muerte.
En ese lugar existen, para lo que es la localidad y el entorno, buenos centros de suministros agrícolas y demás comercios en los que surtirse de todo lo necesario, como en una ciudad. Claro que los precios están por las nubes ( y dónde no) y este lugar no iba a ser una excepción.

En uno de mis escasos desplazamientos, hace unos tres años, fui a una buena tienda (por la variedad de artículos) a comprar perlita para mis mezclas de sustrato. A primera vista, frente a la entrada, se veía un ficus retusa bastante atractivo. Ya se sabe: raíces aéreas, un nebari barroco, poco ortodoxo, y de tamaño bastante grande; yo lo clasificaría como un "dos manos" bastante completo (en cuanto a tamaño). Cabe decir que era el único que había en el local y mi esposa, que es mi chofer (yo no tengo permiso de conducir ni creo que lo tenga nunca dado el pavor que me inspira la carretera), por si yo no lo había visto, me lo señaló. Nos acercamos y, como suele suceder (si cuela, cuela) tenía un corte trasversal en el tronco principal y sin ningún recato se le había injertado una rama para que hiciera de ápice. Aparte ese detalle comprobé que había más de una rama que era injertada. Vamos, que habían agarrado un tocón y le pusieron ramas donde pudiera dar el pego. La planta no estaba fea, pero le hacían falta unos seis o siete años de trabajos cuidadosos para que lo artificial pareciera un poco más natural. Pero, con la misma agilidad que me lo mostró, mi estimada, me agarró del brazo y me arrastró para que hiciera las compras y nos marchásemos, la razón era que había visto el precio y se quedó fría (eso me dijo después): 230 euros.

Nos marchamos y volvimos otras veces a lo largo del año y del siguiente. El arbolito (de alguna manera le tengo que llamar) parecía que se había convertido en el icono del establecimiento, pues seguía en el sitio y el precio bajó en ese tiempo hasta los 130 euros. Hace un año volví por materiales a la tienda y ni me fijé si estaba o no. Cuando salí al vivero que tienen al lado de la casa (siempre puede haber algun rastrojo) vi al pobre ficus en una estantería, a la intemperie, el tronco principal podrido y alguna ramita verde que emergía de entre el nebari. Le pregunté al dueño si me lo vendía y me dijo que no, que no estaba a la venta. Lo iba a mandar a restaurar (eso me dejó perplejo) y que cuando estuviere de nuevo en condiciones lo vendería.

Si yo me quería hacer ahora con la planta en ese estado lastimoso, lo digo con honradez, era para hacerme con la maceta, que tenía buena pinta, y suelen costar un pastón. Si podía hacer algo con la planta, pues sería bienvenido pero no veía qué podría hacer, de todas formas ya no tuve opción después de lo dicho por el propietario y me fui.

Allá, creo que por el mes de mayo, antes de empezar mi fase laboral (soy atípico hasta en eso) me pasé por el
lugar porque cogía de paso y le dije a la "chofer" que me dejara ir a mirar. No entré en la tienda y pasé al vivero y mis ojos coincidieron con la maceta, vacía. Ni árbol, ni restauración, ni gaitas. La maceta en un rincón con parte de tierra, otras macetas de plástico por encima... un residuo en un rincón. Fui a la tienda y no estaba el dueño, pero sí su esposa. La llamé al vivero y le pregunté si me la vendía. Ella dudó y me dijo que no sabría qué pedirme por ella ya que no estaba a la venta. Argumenté que no hay cosa que no esté a la venta, y menos en un negocio, todo depende del precio. Ella, un poco ruborizada por mi brutalidad, me contestó (muy razonablemente) que no todo se puede comprar con dinero. Asentí y le pedí perdón, pero insistí en la maceta y ella me dijo que era cara, a lo que repuse que yo no sabría decirle si era cara o no si no me decía cuanto quería por ella... "...Estas cosas son caras, es buen material y seguramente a usted le parecerá mucho 10 euros..." ¡¡Hecho!! le dije.
Nos dirigimos a la caja para pagar y yo le dije que se cobrara 20 euros que era lo que yo me había fijado para pagar. Si me hubiera pedido más, la dejaría. Y saltó la sorpresa. Me dijo: "... Soy persona de una palabra y dije 10 euros, así que sólo cobro eso..." Rebatí: Señora yo sé que, por lo menos, vale los 20 así que cóbrelos, no quiero quedar como un salteador. "No se preocupe", me dijo, y se cobró los 10 euros.


La maceta en cuestión mide 50 X 36 X 12 cms.


Ojalá Dios me perdone.

viernes, 16 de enero de 2009

¿Yamadori?

El asunto de los yamadori en el mundillo del bonsai en algunos levanta ampollas si se practica, otros están simplemente a favor, otros (entre los que me cuento) se les da una higa el asunto siempre y cuando haya garantías de que la planta va a seguir viva. Porque romper por romper... Coñe.. eso es vandalismo. Las plantas no nos hacen daño, todo lo contrario, y vamos y le metemos una azada y pico y venga matujos, que en la mayoría de los casos no sirven ni para leña, pues hay mucho irresponsable (en otros casos yo puedo ser uno) que se mete a levantar un árbol porque le gusta como está y no tiene en cuenta que si está de esa forma que tanto le llama la atención es porque está sufriendo una serie de penalidades que le condicionan, y el ignorante se cree que si lo saca de donde está lo va a conservar así.

Hay personas con experiencia que sí los saben quitar, pero para adquirir esa experiencia han trabajado en viveros, conocen la biología de la planta y saben que una extracción en el monte no es cosa de prisas. Lleva sus meses. Pero como se suele decir "El ladrón cree que todos son de su condición", teme que pase otro por el sitio y le birle lo que está trabajando y eso pasa porque normalmente esta gente, que no personas, arrancan en montes públicos y puede pasar todo quisque para hacer las fechorías que les salga de los testículos o del cuello del cérvix.

Si fueran a un lugar privado, con los consiguientes permisos del dueño, podría trabajar su yamadori con toda la paciencia del mundo y con altas garantías de supervivencia del plantujo extraído. No creo que le moleste a un propietario productor que alguien le vaya sacando plantujos que a él no le sirven.

He sacado a colación este tema porque hoy he visto unos pinos que sólo Dios sabe como han sobrevivido, pero lo han hecho, y alguno con tantas ganas de vivir que ha reventado la roca sobre la cual arraigó. ¿Podemos garantizarle la supervivencia a un árbol yamadori? He visto fotos de gente que posaba con un castigado arbolito arrancado a raíz desnuda ¡y más contentos que unas pascuas!

Me pregunto ¿Se atreverían con este de arriba?
Seguramente si. Si se les mete entre ceja y ceja que tienen que llevarse un pino de dos toneladas... pues ¡aunque haya que usar dinamita!
Si llegan a ver a esta maravilla, seguro que hace tiempo que ya estaría muerta. Bueno, yo la llamo maravilla porque me gusta y sobre gustos hay mucho escrito (otros dicen que no hay nada pero es mentira) veámosla:


¿A que haría un bonito mame?

















¿Y esta otra?

















Pues nada, ¡¡Agua y ajo!!


¡Que Dios me perdone!

jueves, 15 de enero de 2009

Más hongos ¿o setas?

Hola. Hasta hace unos años, para mí, llamarle hongo o seta a lo que por estos lares llaman simplemente "pan de raposo" era exactamente lo mismo: una cosa que todo lo más que se podía hacer con esas cosas peligrosas era darles una patada y hacerlas desaparecer. Maldad gratuita rebozada de una espesa ignorancia.

Claro que el asunto estaba avalado porque en tal o cual aldea de las cercanías siempre hubo un alguien que la había espichado al comer una cosa de esas (En una aldea distante 5 kms recuerdo que se fueron al Valle de Josafat, de golpe, de la misma casa y familia cuatro integrantes, de una sola tacada) Como si todas fueran iguales. Pero de esto me iba informar bastante más tarde.

Un vecino del pueblo, un año mayor que yo, compañero de la escuela, sólo que él siempre fue más aventajado en todo (pero nunca lo restregaba por las narices de nadie), mi amigo Manuel, hizo el servicio militar en los COES. Por aquel entonces él estaba por esos lugares mientras yo estaba medio mundo separado de esta tierra. En los COES pues parece ser que los soltaban desde un helicóptero, en medio de un monte en parejas o grupos muy pequeños, aveces individualmente, sólo con un cuchillo y una gallina viva y, al cabo de X tiempo tenían que reunirse en un determinado lugar. Eso le llevo a degustar ratas, conejos y lo más variado de la fauna que tuvieran la mala suerte de pasar al alcance de estos seres. También les tocaba probar delicatessen brindadas por la flora. Él no me lo dijo, pero yo creo que de todo ese entrenamiento emana, por lo menos, el interés por los hongos.

Para el pueblo llano y sin otras aspiraciones, hongos y setas es lo mismo. Nada más lejos de la realidad. Sería algo como decir que una bellota y una encina son la misma cosa. Por muchas vueltas semánticas que se le busquen, yo jamás acataré eso. El hongo es el ser vivo (ya no puedo llamarle planta) y la seta es el fruto donde se desarrollarán las esporas (más o menos las semillas). Si se recolectan las setas de manera brutal y sin cuidado alguno, se está dañando al hongo que, generalmente, suele ser subterráneo en las especies superiores de hongos y que está formado por una serie de hifas entrecruzadas, (como una red de hilos más o menos de color claro).

Si arrancamos a tirón limpio las setas, estamos dañando al hongo que puede que no vuelva a fructificar allí donde se le hizo el desaguisado. Desconozco por completo la capacidad de regeneración de los hongos, o incluso si la poseen, por lo cual y con cierto criterio los veteranos recolectores sueles hacer uso de un cuchillo u objeto cortante para no hacer daño al hongo cortando la seta por el mismo pie. Esta práctica asegura que el hongo no sufre daño y posiblemente emita nuevos cuerpos fructíferos en los lugares donde se extrajeron los anteriores.

De ahí se desprende que una correcta manipulación del biótopo, nos asegura un entorno mejor, para nosotros y para las especies que en él viven.

Hoy quiero subir unas fotillos de mi autoría en la que muestro unos hongos, para mí, muy particulares por su belleza y, sobre todo, porque hasta no hace muchos meses ni sabía que existían.

Sí los vi antes alguna vez no lo recuerdo.

Salud y suerte.

Por culpa de las meigas

Bueno, pues es sabido que cuanto más atrasada es una cultura, más supersticiones y estupideces la lastran. De manera que cada día es más estúpida y por lo tanto más lastrada está y no hay quien tire del burro a ignorancia tamaña. También es muy posible que el que haga afirmaciones, como yo las hago, al respecto quede ubicado (por defensores, no siempre desinteresados, de esas burremias agudas) junto a mí en el respectivo libro de esas personas donde, a su vez, hacen lista de otros estúpidos.

Este "arranque" de hoy en una persona tan estable, cuerda y sensata como yo emana de mis recuerdos cada vez que veo a una desdichada planta, a la que, allá por el mes de ... junio? no sé, por las fiestas de San Juan, arrancan, retuercen y hacen manojitos para colgar en las ventanas y puertas de las viviendas. Vivo en la parte más occidental de la península ibérica, que es lo mismo que decir en la parte más occidental del continente euroasiático. Como no es camino de paso para ningún pueblo, afortunadamente, estuvo excluido de muchísimas guerras, pues nadie codicia semejante lugar excepto los naturales del lugar. Y pensándolo un poco, nos llegamos y nos bastamos para fastidiarnos solitos.

No voy a decir que la guerra equivale a cultura, ¡Ca, Dios me libre! pero el paso de culturas por los lugares equivale a progreso. Claro que el progreso de algunos asuntos y cosas, algunas veces, podrían enchufárselo vía supositorio.

Vuelvo a la jodida plantita, y nunca mejor aplicado el término. La joden viva aún en los años actuales. Entre nosotros se la conoce como chiribisco, trevisco, torvisco...

Parece ser que en esas fechas, por San Juan, 24 de junio? se les da a la brujas (meigas en estos parajes) por andar un poco salidas de tono y la gente bien decide protegerse de ellas colocando en los posibles lugares de paso un manojito de ese arbustillo, como he dicho más arriba. ¿Por qué le entran semejantes calores a las meigas? y ¿Por qué rayos no se protegen durante todo el año de esas arpías, malas, herejes y feas? Me temo que abandonaré este mundo sin saberlo. !O quizás lo sepa y yo no me dé cuenta que lo sé! Puagg, me enrollo más que una persiana.

La Wiki plasma de una manera muy aséptica las características del taxón.

A saber:
Es un arbusto con muchas hojas con forma de punta de espada, todas dirigidas hacia arriba: tal vez, podría ser confundida con una Euphorbia, pero cortando una hoja rápidamente vemos que no sale látex blanco. Desarrolla las flores blancas al final del verano y el otoño. Hay que tener cuidado con esta planta porque es irritante.
Su
fruto es de color rojo, en baya. Tiene hojas lanceoladas, estrechas. Dado el potente efecto purgante de la corteza y de las hojas del torvisco es considerado venenoso, ya que puede producir ampollas en la piel tras un prolongado contacto.
Se le olvida decir que huele que apesta si se manipula, pero, ¿por qué leches se debe manipular? ¿para que a las meigas les entre diarrea y les salgan ampollas en... a saber dónde? Pues puede ser y todo.
No soy capaz de imaginarme a una meiga haciendo sus aquelarres levantando una mano y con la otra sujetándose las bragas, o lo que lleven debajo. Pues no, no me lo imagino. Obtuso y romo que soy, oigan.
O puede ser que ni siquiera tengan que levantar las manos y lo que hacen en sus botellones lo hacen en cueros. ¡A saber!
Toda esta historia viene a cuento porque, como desde siempre, me había llamado la atención el hierbajo ese y sin más datos que los que podía recabar en estos lugares se me hacía tarea imposible identificarla por más manuales que consultara, hasta que dí con uno allá por 1986 ó 87, nunca encontré el nombre botánico: Daphne gnidium.
Claro, una vez hallado fue coser y cantar. Bueno, teclear y leer o abrir libros y leer. ¡Y después dicen que ciertas costumbres y culturas vernáculas enriquecen el espíritu!
Con estas cosas... ¡Pardiez, es que no ven que sufro!
¡Ayss, snifff! ¡¡mooooooc!!


Que Dios me perdone. Amén.









miércoles, 14 de enero de 2009

La mala hierba

Hace muchos, pero muchos años, cuando yo no tendría más de cinco o seis, en esta aldea no existía aún alumbrado público (eso vendría en la década de los años setenta) Y me parece que no exagero al decir que en algunas casas tampoco tenían electricidad. De hecho, tampoco les hacía falta pues electrodomésticos no había y para lo único que se usaba era para tener luz por las noches. Había alguna casa que tenía una radio de aquellas que tenían que calentar las válvulas antes de sintonizar y... para de contar. Mucha gente consideraba la electricidad como algo supérfluo, sin la que se podía pasar tranquilamente (casi cro-magnon la sociedad aquella) y por pasar, casi se pasaba de todo: El café lo tomaban muy pocos, en su lugar se tomaba el resultado de un cocimiento de cebada tostada, a la que llamábamos "malte" que se compraba en cualquiera de las tabernas/hipermercados que había. Un líquido negro como el alma de Lucifer. Otras casas optaban por tomar la decocción de la cascarilla de cacao que se adquiría en los mismos lugares que el anterior. La leche se adquiría a los que por aquel entonces tenían vacas de cuatro patas (de dos patas aún queda alguna).

Si alguno de mis vecinos y/o parientes leyera esto, estoy casi seguro de que me pondrían hecho unos "zorros". Parece ser que es buena medicina olvidar todo eso y vivir como si siempre hubiéramos ido a tomar un café al bar o como si hubiéramos tenido el dinero para ir a tomarlo. ¡Y un huevo!

Todo esto viene a cuento porque es necesario, a mi entender (que tampoco es que sea mucho), porque como niño que fui, estuve en algunas casas en las que ni siquiera se tomaban los sucedáneos que arriba nombré. Sencillamente agarraban unos manojos de una hierbas a las que llamaban "té", las sumergían por la parte de las hojas y le daban unos hervores. El mejunje que salía de esa operación era lo que se tomaba.

Recuerdo una casa en concreto en la que no se saltaba un día de la semana sin esa "ambrosía". La familia esa era trabajadora pero no levantaba cabeza (como todos los trabajadores), siete hijas, dos hijos, el matrimonio y una anciana se comían y vestían lo que malamente se conseguía después del trueque del pescado ofrecido puerta por puerta de toda la aldea. Recuerdo que, un día que la anciana no estaba en casa, la esposa me dio una taza de aquella cosa y, no tenía mal sabor pero por poco me mata de un ataque de hiperactividad. Me parece que no dormí en las 24 horas siguientes.

Bien, a la planta de marras todo el mundo la llamaba y la siguen llamando Té. Es una hierba invasiva que se reproduce por rizomas y, que yo recuerde, los agricultores siempre la han considerado una auténtica peste porque desplaza lo sembrado y empobrece el terreno cosa mala, oigan. ¿Provecho? Ninguno. A la gente lo único que le da es malas tentaciones (¿habrá buenas tentaciones?) y le arranca maldiciones más facilmente que si fueran espinas.

El caso es que yo (cotilla que soy) siempre estuve intrigado por saber acerca de la puñetera planta y todos a cuantos pregunté siempre me contestaban que era té y que no le diera más vueltas. Y así años y años hasta que llegó el invento del Internet y de repente ¡Zas! tienes montones de amables personas que saben lo que no está escrito (no es coña) al alcance de las teclas.

Subo los datos con una fotillo del hierbajo ese de las narices y me la identifican en cuestión de cinco minutos. La H.P. planta se llama Bidens aurea y se la conoce, como no, como "té mexicano" y tiene, por lo que he leído, un montón de propiedades salutíferas que son la leche. Pero la gente, no sólo de este pueblo, ¡toda! echa pestes por el comportamiento de esta oriunda occidental. Además no hace falta sembrarla: las minúsculas semillas tienen dos ganchitos (de ahí el "Bidens") que se enganchan a los pelos de los animales, a nuestros calcetines, dependiendo de lo que estés haciendo también es posible que en los calzoncillos y/o bragas, etcétera, etcétera, etcétera... O sea, que si uno no es un poquito aseado y tarda unos quince días en cambiarse unas sábanas igual hasta le germinan en la cama.

Para que luego digamos que los inventos del otro lado del charco tienen virus. Té en la cama, oigan. Como potentados petroleros del oriente.

¡Mal rayo la parta!

martes, 13 de enero de 2009

Paseos por el litoral

Como suelo pasear por el litoral pues es practicamente inevitable, como me pasa con la mayoría de las cosas, no sacarle fotos. En invierno, como dicen nuestros jóvenes, la cosa es bastante "chunga": suelos resbaladizos, viento, frío, el mar cabreado... Es raro no hallar alguna imagen, cuando menos curiosa.

Sin ir más lejos, el pasado 25 de noviembre se le dio (al mar) por dejar en evidencia los trabajos del organismo encargado del mantenimiento de los puertos, arrancando de su situación una boya de varias toneladas que señalizaba la existencia de un bajío o rompiente para los que no son del pueblo. Los de acá nunca tuvimos problemas con semejante rompiente y parece que, ahora que la pesca brilla por su ausencia, es de vital importancia para los "guiris" (hay que ver como se ha contaminado mi léxico) embarcados en un cascarón que flote. Algunos dan pena solo de verlos (Los cascarones y los guiris).


El caso es que a mí me parece que estos ingenieros de puertos parecen desconocer lo más básico: un metro cúbico de agua pura pesa una tonelada, y los cientos de metros cúbicos que le cae a la boya en su ubicación cuando el mar está pelín cabreado son muchísimos. Yo no los he contado pero no hay más que ver las moles de agua que le caen al artefacto ese. Y cuando algo es demasié, pues que se deben hacer las cosas de otra manera.

O sea, que o se ponen las cosas como Dios manda o mejor que no las pongan (claro que si no hacen estas chapuzas, a ver de qué van a vivir los chapuceros), La boya tiene unos paneles solares que recargan una batería para que durante la noche pueda ser visible su ubicación. Bueno, tenía. En estas primeras fotos aún se aprecian los aparatos electrónicos arriba.

Navegando por el Canal de la Mancha y por el Mar del Norte, boyas como esta o mayores las hay a patadas. Esos mares están más señalizados que la Diagonal de Barcelona o el Paseo de la Castellana en Madrid, por poner dos ejemplos.

Es que la cantidad de barcos que se mueven por esas aguas y la cantidad de paises ribereños existentes hacen que esos temas sean Temas de Estado.

A lo que iba: allí los temporales no tienen nada que envidiar a los más virulentos de otros lugares, y las boyas suben, bajan, soportan auténticas montañas de agua sobre si y todo lo más que pudimos ver en unos tres años de ruta a Hamburgo era que a tal o cual boya, señalada en las cartas, pues no le funcionaba la luz. Pero el artefacto estaba en su sitio.

Por acá, el mar es igual de mojado, un poco más salado pero con la misma mala baba que allá por el norte. Los responsables del mantenimiento son más bajitos, morenos y un afán chapucero que no tiene parangón y miden desde cierta ciudad, 100 Kms tierra adentro, la altura de las olas. ¡La repera, oigan!

Como esta cosa me la trajo el mar a unos 100 de mi "casita de campo", los responsables de este cachondeo pasaban por delante de mí, y yo, indiscreto que soy, les pregunté que qué estimaban hacer. "No hay cuidado, ha encallado ahí y así que mejore el tiempo se coloca en su sitio". Así, sin repirar, me lo soltó. Impasible.

Al día siguiente de esta información el mar desencalló la vaina esa y, como si de un molino se
tratare, fue moliendo piedra y abriéndose camino costa arriba.
Estos "profetas" que ya disponen lo que se va hacer al día siguiente sin contar con el tiempo me dan cólicos.

La boya, bien anclada no estaba, eso es evidente, pero está hecha de un material que a pesar de las "bofetadas" que le dió el mar contra las rocas, apenas se le había llevado mas que la pintura, sólo se le veían unos arañazos sin importancia.
Los "pitonisos" responsables, ahora sí, estaban convencidos de que la Cosa ya no se movería hasta que ellos la pusieran en su sitio. Ordenaron a un subalterno que retirara el aparataje electrónico (sin una melladura, oigan) y ya se pusieron a hacer cábalas acerca de con qué la sacarían de allí.
Se durmieron en sus laureles y dándose palmadas en la espalda me imagino que se dirían entre ellos "Qué buenos somos" y " Esto ya está Controlado" y "incluso está mejor ahora para sacarla"y cositas por el estilo: La eficiencia personificada.
Todo estaría bien (y lo estará aún a sus ojos) si el 15 de diciembre el mar no contento con lo que había hecho, por poco (¡alma condenada!) lleva la boya casi hasta el monte.

Por supuesto que sólo apareció por allí el subalterno para mirar la historia esa. Los demás... Hombreee no son fechas para andar por zonas de cantos rodados y demás, ¡Y el frío! ríanse de lo que ha caído ahora. Entonces caía una nortada de la leche... O sea que no, no eran fechas aptas.


Y allí sigue y me temo que seguirá. El reportero de Barrio Sésamo les tendrá al tanto si se producen modificaciones en el actual status quo.
¡Que Dios les bendiga y a mí que me perdone!.